Prueba del Hyundai Santa Fe, un nuevo referente

El Santa Fe se posiciona como uno de los SUV grandes más completos, cargado de tecnología, de materiales de calidad y de un motor que puede con todo

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La cuarta generación del Hyundai Santa Fe entró en el segmento SUV derrumbando la puerta y dando un puñetazo sobre la mesa para posicionarse entre sus referentes. Con un diseño atractivo y con carácter propio, dejando atrás generaciones menos acertadas, un equipamiento a la última en términos de seguridad y conectividad y una gran relación calidad-precio, el todocamino grande de la firma coreana ofrece todo lo que buscan las familias actualmente.

Estéticamente toma aspectos del Kona y los lleva a su terreno. Su enorme parrilla frontal y los finos grupos ópticos LED son claramente inspirados en su hermano pequeño. Es elegante e imponente, con líneas marcadas y protecciones a lo largo de su silueta que aportan robustez. En la trasera destacan sus nuevos grupos ópticos y, en la unidad probada, su doble salida de escape y un pequeño alerón, que le dan un toque más deportivo y gamberro al conjunto.

El interior también bebe de lo visto en los últimos Kona y Tucson, aunque todo en el Santa Fe es más grande, más elegante y más avanzado. En general la sensación es de calidad, con materiales blandos, pese que no falta el plástico duro en zonas en las que se lo podrían ahorrado, como en la consola central. Cuenta con un cuadro de instrumentos que mezcla lo digital y lo analógico y una pantalla táctil central desde la que gestionar la conectividad y la navegación. Es fácil de usar y la respuesta es correcta. El espacio interior es amplio para todos los pasajeros, la unidad probada tenía cinco plazas, aunque admite siete, y la posición de conducción es elevada. La accesibilidad, como en todos los SUV, es muy cómoda. Los 625 litros de capacidad del maletero no se acaban nunca.

200 CV diésel

Bajo el capó trabaja un motor diésel CRDi de 2.2 litros y 200 CV que manda toda su fuerza a las cuatro ruedas a través de una caja de cambios automática de ocho relaciones y el sistema de tracción integral HTRAC, que reparte el par según la velocidad y las condiciones del firme. En marcha el motor se siente poderoso, empuja fuerte y recupera muy rápido, aunque su configuración busca la comodidad. Es sorprendentemente estable para su tamaño y peso y presenta muy poco subviraje a velocidades alegres. En modo Sport, la dirección se endurece y se corrige la lenta respuesta del acelerador que muestra en los otros modos, ganando agilidad.

La transmisión es algo lenta y no siempre cambia en el mejor momento, en ninguno de los modos, pero no empaña el resultado general de un vehículo que, además, cuenta con todos los sistemas de seguridad posibles, incluidas cámaras de ángulo muerto que se muestran en el cuadro de instrumentos al accionar los intermitentes. Es un coche práctico y cómodo, ideal para familias. La unidad probada cuesta 46.250 euros.